Muchas personas te dirán: “no pasa nada, mucho mejor así, de este modo tienes más libertad y tu pareja puede alimentar también al bebé”, “Dormirás mejor, ya lo verás”, “¡Qué suerte que tu hijo/a se haya destetado solo/a! No sabes lo que me costó a mí que dejara la teta!”… y un sinfín de comentarios más que en lugar de ayudarte, te pueden hacer sentir peor.
Pero, ¿es normal sentirse triste cuando la lactancia no va como nos esperábamos? ¿Puedo sentir rabia si mi bebé prefiere el biberón a mi pecho? ¿Puedo sentirme muy triste porque se ha destetado él/ella solo/a? ¿Es lógico sentirse mal o culpable por no querer destetar?
Pues sí, es normal, lógico y adaptativo que puedas sentir todas estas emociones. Además, tanto si has intentado solucionarlo como si no, sentirás frustración y probablemente rabia en algún momento. La frustración aparece cuando la realidad que estamos viviendo no es como la imaginábamos, cuando no se ajusta a lo que se supone que debía de haber pasado, es decir, cuando no se cumplen las expectativas que teníamos.
Muchas veces llegamos a nuestra primera lactancia pensando que será algo fácil, fluido y cómodo… y en ocasiones no es así. Quizá venimos de una primera lactancia fantástica, sin problemas, a demanda, donde incluso el destete, que forma parte de la lactancia, ha sido maravilloso, y pensamos que en la siguiente lactancia todo irá igual de bien… pero cuando todo esto no pasa, aparecen muchas emociones y pensamientos que pueden generar mucho malestar. Todo ello implica un reajuste de las expectativas que teníamos, y muchas veces no tenemos tiempo de procesar y de adaptarnos.
Es importante ser conscientes de esto y dar espacio para que las emociones fluyan, salgan y nos permitan transitar lo que estamos pasando de la mejor manera posible. A menudo, cuando estamos muy focalizadas en un tema, no nos permitimos sentir las emociones, ya que habitualmente pensamos que debemos mantenernos “fuertes” y permitir el paso a las emociones nos hundiría, cuando a veces, si las escuchamos, las sentimos, les dejamos espacio y nos respetamos a este nivel más profundo, podemos ver cuál puede ser el siguiente paso que nos puede “desencallar” un poco de la situación que estamos viviendo.
Es muy duro no poder darle teta cuando es lo que tú quieres y que la lactancia no fluya como te gustaría. No deja de ser un proceso de duelo, y como tal, puede ser vivido como una pérdida el hecho de no poder tener la lactancia que habías imaginado o querías.
Cuando transitamos por un proceso de duelo, pasamos por diferentes fases (evidentemente no es matemático y puede haber variaciones entre personas):
La primera de ellas sería el “shock”, el no creernos que esto pueda estar pasando, y poner toda la energía en la lucha por conseguir recuperar aquello que queríamos. Si no obtenemos el resultado esperado, pasamos a un momento donde la rabia, la frustración y también la tristeza son las emociones predominantes. Rabia porque es una situación que percibimos como injusta, frustración por lo que explicábamos anteriormente y tristeza por la pérdida de aquello que queríamos. También podemos sentir la necesidad de asignar la culpa a alguien de todo lo que está pasando, preguntarnos “¿qué hemos hecho mal?”, “¿cuál ha sido el error?”…
Si validamos todas estas emociones, les damos un espacio, y aplicamos el “antídoto” que les va bien: la rabia y la frustración necesitan expresión, y la tristeza necesita consuelo, podremos transitar hacia la siguiente fase del duelo que sería el de la resignación, que como nombre es horrible, pero lo que viene a decir es que entramos en un momento donde decimos adiós.
Llegar hasta aquí suele ser el paso más complicado. Decir adiós a aquello que queríamos, a aquello que queríamos que pasara y no ha pasado, a nuestras expectativas, a nuestro deseo de una lactancia materna exclusiva… no es nada fácil, es como una montaña rusa de emociones, muchas veces contradictorias, pero una vez llegamos aquí podemos empezar a sentir que fluimos, llega la etapa de la reconstrucción, palabra mucho más bonita, y podemos sentir que recuperamos el control. Nos sentimos preparadas para una nueva etapa.
Mariona Busto
Psicóloga perinatal