Son pensamientos irracionales e intrusivos que provocan mucho malestar y ansiedad, y pueden generar un círculo obsesivo complicado.
La maternidad siempre se había visto de una manera, igual que los partos. Lo que hace dos o tres generaciones era “normal”, ahora no lo vemos tan “normal”. La sociedad y las mujeres en particular estamos sensibilizándonos, conectándonos con nosotras mismas, con nuestra especie y con nuestra fisiología como mamíferas. Cuestionamos el por qué de las cosas, cada vez estamos más empoderadas, más comprometidas, hablamos más, reivindicamos más y nos hacemos oír más y más fuerte cada día.
Las mujeres hemos sido invisibilizadas. La maternidad, que ahora llamamos real, también visibiliza muchas otras cosas que antes eran ocultadas, que nos avergonzaban o que vivíamos en secreto toda la vida, con tal de no ser etiquetadas o señaladas como “locas”, “exageradas” o “malas madres”.
Y con este escucharnos, compartir, conectar con nuestra parte más tribal, también se rompen silencios, silencios que en ningún caso son fáciles de romper, y desde aquí queremos visibilizar una situación que genera mucho malestar compartiendo una experiencia de una madre:
“¿Cómo puede ser que me esté pasando esto a mi?, ¿me estoy volviendo loca?, ¿quedarme sola con mi bebé? ¡Ni de broma, me da miedo hacerle daño! ¿cómo le cuento esto a alguien? Me da vergüenza contar lo que me pasa, no sé qué pensarán de mí… quizá sí que me estoy volviendo loca…
Hace seis meses tuve a mi bebé, y hace ya varias semanas que no abro las ventanas de casa y evito quedarme mucho rato a solas con él… me invade un pensamiento, una idea que me aterroriza, me pone los pelos de punta y no me deja disfrutar de mi bebé… que ¿qué es lo pienso?, que puedo querer hacerle daño. Veo peligros por todas partes, pero el peligro más grande soy yo, me da miedo volverme loca, tener una ventana cerca y tirarlo, o ahogarlo con una almohada… Me siento muy culpable, tengo mucho miedo, todo el día con ansiedad, especialmente cuando estamos a solas. No quiero hacerle daño pero me da miedo la posibilidad de poder hacerlo… ¿qué me está pasando?”
Seguramente si nunca antes habías oído algo igual, o no lo has vivido personalmente, te puede parecer algo extraño, una barbaridad o una locura. Es inevitable sentirnos sobrecogidas al escuchar o al leer un testimonio como éste.
Lo que está viviendo esta madre es fobia de impulsión, ¿habías oído hablar de ello?
La fobia de impulsión no es exclusiva de la maternidad, y se caracteriza por el miedo a poder hacerle daño a alguien o a una misma. Esto radica en el miedo a perder el control, a volverse loca y hacer algo que conscientemente no es racional. Es decir, son pensamientos irracionales e intrusivos que provocan mucho malestar y ansiedad, y pueden generar un círculo obsesivo complicado.
Pero hagamos una pausa: hay que diferenciar este miedo a perder el control y a volverse loca, del miedo como emoción básica. Es decir, el miedo es una emoción adaptativa que nos prepara para la supervivencia, de hecho si no tuviéramos miedo, no huiríamos del peligro. Por ejemplo, tener miedo de que bajando las escaleras con el bebé en brazos, se me pueda resbalar y se caiga, NO es fobia de impulsión. Cargar al bebé en la mochila de porteo y temer por si se me cae, NO es fobia de impulsión.
En la fobia de impulsión, la particularidad del miedo es que la percepción de peligro proviene de una misma, en los ejemplos anteriores sería fobia de impulsión si bajando las escaleras pensara que puedo tirarlo por las escaleras, o que cargándole en la mochila podría tirarlo al suelo. ¿Se entiende la diferencia? Cuando ésto ocurre, los pensamientos se intensifican, se vuelven recurrentes y aumentan los niveles de ansiedad. Es decir, en la maternidad ese miedo se dirige a el miedo a hacerle daño a nuestro bebé, no por accidente sino por si me vuelvo loca, pierdo el control y lo hago.
Puede ocurrir que si empezamos a tener estos pensamientos, veamos como vamos creando mecanismos de protección para evitar la posibilidad de hacerle daño a nuestro bebé: desde cerrar las persianas de las ventanas por si enloquezco y lo tiro, hasta esconder los cuchillos de la cocina por si puedo hacerle daño, entre otras…
Si nos sentimos así, es importante que entendamos que esto es algo que no sólo nos pasa a nosotras, es algo más habitual de lo que pensamos y hay diferentes grados de gravedad, aunque, como hemos dicho, hasta ahora se ha mantenido el silencio al respecto. Recordad que los pensamientos son solo eso, pensamientos, pensarlo no quiere decir que vayan a hacerse realidad, y que vayan a convertirse en acciones.
Y, ¿qué podemos hacer si nos sentimos así? En primer lugar, hablar en un contexto donde nos podamos sentir escuchadas, no juzgadas. No estamos locas, merecemos y necesitamos poder expresar lo que nos sucede. Una vez tengamos este espacio donde poder sentirnos acogidas, sería importante hacer una valoración por un/a profesional especializado/a en salud mental, para si es necesario, empezar con el tratamiento indicado en cada caso particular.
No lo dejes pasar, rompe el silencio y pide ayuda, no estás sola.
Helena Angel
Psicología perinatal – Sexualidad – Maternidad – Pareja