La historia de nuestra lactancia sin duda va ligada a la de nuestro destete.

Pero empecemos por el principio; porque cada lactancia, con sus características y circunstancias particulares, es un tesoro; la mía y de Paula durante 500 días también, así que me gustaría que este relato fuese precisamente eso: un pequeño tesoro que compartir con Paula el día de mañana y que compartir ahora con todas las otras mamis que quieran leerme desde el corazón.

En realidad, yo empecé a escribir sobre nuestra lactancia cuando me encontraba en pleno proceso de destete. Allí tienes los sentimientos a flor de piel, pero con el tiempo y perspectiva de por medio, te das cuenta que lo importante no es hasta dónde has llegado o el tiempo en que hubieses podido seguir, sino sentirse orgullosa y feliz del camino recorrido.

Así ha sido mi primera lactancia con Paula y le doy las gracias a ella por estos 500 días.

EL INICIO FUE MARAVILLOSO

Siempre recordaré el día en que Paula nació, nuestras tomas de la primera a la última, el olor tan característico que desprendía sus primeros días de vida, su pequeño cuerpecito pegado al mío, su boquita en mi pecho y sus llantos.

Al principio del todo escuchas a tu instinto y piensas que tu bebé te necesita; que tu cuerpo, tu voz y tu olor son lo único que conoce en este mundo. Así que, como es normal, ella quería estar cerca del que había sido su hogar durante los últimos nueve meses, cerca de mí. El bebé sólo necesita tres cosas de la mamá: amor, calor y alimento.

Y así estábamos: enganchadas 24/7 la una con la otra. Desde el nacimiento hasta el año de vida, aproximadamente, Paula fue una bebé muy demandante que pedía pecho día y noche cada pocas horas. Ese primer año yo y mi marido pasamos las 24h del día con ella, a nuestra manera, de una forma muy consciente, muy intensa; así que los primeros meses de vida nuestra lactancia fue muy frecuente y a demanda total. Agotadora, pero realmente como tiene que ser para un bebé tan pequeño durante su primer año (por eso decimos que los bebés menores de 1 año son lactantes, porque su alimento principal es la leche). Con ella no tuve nunca ninguna dificultad inicial, ningún problema con el pecho como mastitis ni ninguna traba para instaurar nuestra lactancia.

Qué bonito fue soñar cómo sería cuando aún no era mamá pero ya estudiaba a nivel profesional sobre lactancia materna, qué bonito fue después vivirlo por primera vez. Bonito, íntimo, mágico, agotador, imprevisible, indescriptible. Con tantos años de formación en lactancia materna, había días en los que no me lo creía cuando veía a Paula bebé enganchada al pecho. ¡Ahí estaba! Una experiencia única que esperaba que durase todo lo que querríamos las dos.

DESEO GESTACIONAL

Pero llegó un punto en el que floreció nuestro deseo de buscar un nuevo embarazo y a sus 9-10 meses iniciamos destete nocturno para intentar que regresase la menstruación. No lo conseguimos.

Yo tenía amenorrea producida por la lactancia, mi cuerpo no estaba ovulando, y sabía que destetar por la noche podía ayudarme a tener la regla antes. Lo intentamos, nos costó mucho tiempo conseguir ese destete nocturno. El destete nocturno creo que fue el más difícil, era verano y en cuanto “cedíamos” un día, todos los logros se derrumbaban y nuestro agotamiento, la poca tolerancia a escucharla llorar o que se presentasen situaciones extraordinarias como visitas o irnos a dormir fuera y no querer “agobiar” a nadie con sus gritos, etc., hacía que no fuésemos constantes ni lo suficientemente rígidos con ese método. Seguimos intentándolo, hasta que lloraba tanto que no podíamos aguantar y le ofrecíamos la teta o se dormía de agotamiento. Al final lo conseguimos, la destetamos de noche y le ofrecíamos entonces mi leche materna extraída, pero no logramos nuestro objetivo de que regresara la menstruación. 

En ese momento Paula cumplió su primera vuelta al sol, celebramos su primer cumpleaños y seguíamos sin menstruación a pesar del destete nocturno y sin nuestro deseado segundo embarazo.

Ya con el año de vida, en septiembre decidimos empezar a ir unas horas al día a la escoleta. Lo de estar juntos los tres las 24h del día era muy bonito, pero a la vez muy agotador, teníamos que trabajar muchas horas durante la noche porque por el día Paula ya gateaba, no paraba de moverse, y necesitaba que alguno de los dos no le quitara un ojo de encima en ningún momento. También al año decidí dejar la donación y la extracción de leche. Sí, con mucho orgullo y cariño, fui donante de leche materna durante 6 meses (entre los 4 y los 10 meses de vida de Paula). 6 meses en los que conseguí donar más de 5L de mi leche materna para más de una decena de bebés. Una experiencia increíble que me encantaría poder repetir.

En aquel entonces se produjeron muchos cambios en nuestra lactancia: dejar donación y extracción de leche + destete nocturno + espaciar tomas (escoleta) porque ya no estábamos juntas las 24h del día. Con todo ello creí que la menstruación tendría que volver pronto, pero tampoco fue así. No conseguíamos nuestro objetivo ni con el destete nocturno ni con todo ello a la vez. Ya sólo nos quedaba ir reduciendo y espaciando aún más las tomas.

Pasaron más de 5 meses de nuestro destete nocturno sin resultados, hice controles con varias ginecólogas para ver cómo estaba todo y allí fue cuando un tiempo después decidí iniciar el destete total.

DESTETE

Decidí iniciar el destete después de 16 meses de lactancia maravillosa

Las tomas nocturnas las dejamos de hacer 5 meses atrás, cuando Paula tenía unos 9-10 meses, para intentar recuperar la menstruación y así poder iniciar la búsqueda de un nuevo embarazo. No sirvió. Así que, cuando decidí iniciar el destete completo ya “solo” teníamos las tomas de día.

Paula estaba muy acostumbrada al “pecho a demanda” porque pasamos muchas horas al día juntas. Cuando decidí destetar, lo primero que hice fue acabar poco a poco con el pecho a toda hora y marcar únicamente aquellas tomas que veía que ella más necesitaba. El resultado fueron 3 tomas/día: por la mañana al despertarse, al mediodía al recogerla de la escoleta y por la noche antes de dormir. Ahí vi mucho más claro qué momentos del día tenía que gestionar y decidí quitar tomas una a una.

Ese mismo día y sin planificarlo, quité la toma de dormir. Pensé que sería la más difícil, pero simplemente surgió así. Cenamos temprano, la bañamos y, antes de acostarse, en vez de teta, salimos a pasear con el cochecito en pijama y bien abrigadita. Se durmió. Al volver a casa la pasamos a su cama e hicimos lo mismo un par o tres de noches, hasta que ya no pidió pecho para acostarse. A partir de ahí, la cogía en brazos, le cantaba y la paseaba hasta calmarla, mi marido la acababa siempre de dormir. Al quitar la toma de la noche nunca más la pidió.

Nos mantuvimos unos 10 días así, con 2 tomas.

Después quité la toma de la mañana a primera hora para dejar sólo la del mediodía. Las mañanas antes de ir a la escoleta ya pedía más “desayuno”, así que creí que era la siguiente toma que costaría “menos” quitar. Pidió durante unos días, pero la intentamos “distraer” con alimentos que le gustan para desayunar: fruta como plátano, porridge de avena, pan, vaso de leche de vaca, etc.

Hasta aquí fue cómo conseguimos llegar hasta estar sólo con 1 única toma/día: la del mediodía, que decidí quitar en Navidad. Creí que venía bien en Navidad porque llevaríamos unos 20 días más desde la segunda toma quitada y, quizá, con el cambio de rutinas y las vacaciones de la escuela infantil sería más fácil de gestionar para ella y para todos. Y así fue.

Esos días exprimí al 100% esa única toma diaria que nos quedaba por unos días más. Era nuestro momento más especial. Esa única toma al día que aún manteníamos y con la que terminaría nuestra lactancia una vez quitada del todo. 

Yo se lo explicaba y sé que Paula me entendía, me miraba a los ojos y a mí se me nublaba la mirada. Esto también formó parte de nuestro proceso de destete, también nos ayudaba (me ayudaba a mí, sobre todo) a transitar por este duelo: aceptar, llorar, comprender, poner palabras a los sentimientos y darme tiempo. Aún así, nuestra toma diaria intentaba que acabase siempre con una sonrisa, para recordar para el futuro estos momentos con amor del bueno, como lo maravillosos que son.

Paula lo llevó (en general, hay momentos de todo) bastante mejor de lo que pensaba y, sin duda, bastante mejor que yo. Yo seguía escribiendo mucho para nosotras dos y empecé a organizar cositas para una pequeña fiesta de despedida. Quería celebrar la vida y acabar esa maravillosa etapa como merece, pero, mientras tanto, grababa en mi retina cada segundo que aún teníamos de lactancia.

FESTETA TRAS 500 DÍAS

Como todo en la vida, cerrar una etapa y abrir otra requiere tiempo, aceptación y aprendizaje.

Los rituales de destete nos pueden servir tanto para cerrar nuestra etapa de lactancia y tener un recuerdo bonito del final de una etapa (maravillosa) como para ayudar al bebé a llevar a cabo la transición. Se trata de “oficializar el momento”. Hay tantas opciones como madres y bebés: organizar una fiesta, planear una tarde madre-bebé, preparar una comida o algo especial, comprarse una pulsera a conjunto, revisar las fotos de cuando nació y hablar de su nacimiento y lactancia, dibujar juntos, salir a andar por la montaña o por el bosque y verter un poco de leche en un sitio especial, etc. Sobre todo cuando ya tienen más de 18-24 meses en adelante, más les podemos hacer partícipes de organizar juntos esta despedida.

Y esta fue nuestra festeta particular:

Domingo, 19 de diciembre. Hoy hace justo 1 mes decidí iniciar el destete, llevamos 20 días haciendo una única toma al día, la del mediodía después de la siesta. Hemos quedado con nuestra familia más íntima para celebrar el cumpleaños de mi marido y aprovecho ese momento para encargar un segundo pastel para la festeta de Paula.

Un pastel precioso en el que todo gira entorno a nuestros meses de lactancia, por dentro, bizcocho de fresa porque Paula siempre será mi “maduixeta”. Por fuera, “teta a tutiplén” y algunos detalles que se me ocurrieron y me parecieron preciosos de poner: 16 tetas alrededor de la tarta para nuestros más de 16 meses de lactancia, la foto de nuestra primera toma de pecho la noche de su nacimiento y, por supuesto, velas para soplar juntas por nuestros 500 días de lactancia.

Soy de las que nos gusta cuidar todos los detalles y la festeta de Paula no podía ser para menos.

La toma que hacemos frente al pastel con fotos y vídeos incluidos fue nuestra última toma de lactancia juntas. Han sido 16 meses, unos 500 días de lactancia materna que me llenan de orgullo y satisfacción. Además, nada más bonito que hacer así nuestra última toma juntas para que sea super especial

Mi marido se la lleva a pasear con el cochecito y dormir después de comer. Yo me quedo en casa, preparándome para la fiesta y haciendo fotos de nuestro bonito pastel. Cuando Paula se levanta y con las fotos ya hechas, hacemos allí nuestra última toma estando solo juntos los tres. Él fue testigo de la primera y ha sido testigo de la última toma. Siempre ha estado ahí.

Después de ese momento, llega la familia y nos comemos juntos los dos pasteles, éste y el del cumpleaños. Celebramos la vida en familia.

¿Y DESPUÉS DEL DESTETE QUÉ?

Paula me sorprendió una vez más. Al día siguiente, lunes, cuando llegó con papá a casa de la escoleta (la hora a la que hacía su única toma), yo estaba haciendo tortitas. Al día siguiente era el cumple de su padre y quería tenerlas hechas para desayunar. Ella se puso súper feliz al verlas, no paró de reír. Merendó un par de tortitas, muy contenta y sin pedirme teta en ningún momento.

No me pidió ese primer día ni los siguientes, me dejó perpleja. Sea porque el destete ya había ido siendo muy progresivo, sea porque ella lo entendía perfectamente todo. Yo se lo había ido explicando, se lo seguía explicando (“ya no hay teta”) y, aunque daba por hecho que habría días y momentos de todo, Paula me sorprendió. 

Unos 7-10 días después, necesité hacerme una última extracción de leche de mi pecho derecho (unos 50ml), el que más producía y el que a Paula más le gustaba, pero nada más, para mis pechos se notaba que el destete había sido paulatino también. 

El mismo día de Navidad por la mañana (500 días de lactancia) salió positivo el test de ovulación de cada día nada más despertarme: ¡ya vuelvo a ovular! Primer objetivo conseguido. Y ahora vamos a por el siguiente, que está costando un poco más: ¡el nuevo embarazo!

Laia Rovira
Mamá de Paula
Dietista y nutricionista